sábado, 12 de agosto de 2017

Trump lo sanciona, pero Irán tiene más amigos y socios en el mundo

Por Emilio Marín
Presidente Iraní asumió su segundo mandato

El presidente iraní, Hassan Rohani, asumió el sábado pasado su segundo mandato. En Teherán hubo representantes de cien países y entidades internacionales, lo que dio idea del fracaso de las sanciones contra el país. Al contrario, éste tiene más amigos y socios.


Todo lo que tenga que ver con Irán es ocultado o deformado en los medios argentinos que tienen sintonía con el departamento de Estado norteamericano. Por eso vale la pena recordar que Hassan Rohani venció el 19 de mayo pasado en los comicios presidenciales, al colectar el 57 por ciento de los votos, 23.5 millones de sufragios, frente a su rival Ebrahim Raisi, quien tuvo el respaldo del 38,3 por ciento.

Fue una elección sin incidentes, denuncias ni sospechas de fraude. Votaron 41,2 millones de electores, el 73 por ciento del padrón, una prueba de alta participación. El clérigo doctor Rohani venció en primera vuelta y obtuvo 5 millones de votos más que en su primera elección de cuatro años antes. Fue ganando en apoyo popular, lo que se explica fácilmente porque tras la firma en 2015 de los trabajosos acuerdos internacionales sobre su programa atómico, descartando que éste tuviera visos militares, el país persa se vio favorecido por el paulatino levantamiento de las sanciones internacionales. Y de ese modo rescató fondos millonarios congelados en el exterior y pudo firmar acuerdos económicos y comerciales con diferentes empresas y países, sin el bloqueo monitoreado desde Washington.

Y ese mejoramiento de la jaqueada economía le permitió mejorar sus índices laborales y sociales, deteriorados en los años de mayor aislamiento, cuando del desempleo había superado el 12, 5 por ciento y era más del doble en las capas juveniles.  Esa mejoría del ambiente económico-social tuvo directa incidencia en los resultados electorales de mayo pasado, que desairaron a Donald Trump. El energúmeno era y es partidario de retomar sanciones contra la República Islámica; está siempre a la pesca de alguna oportunidad para agredirla y desconocer los acuerdos suscriptos en 2015 entre Irán y el G5+1 (China, Rusia, EE UU, Reino Unido y Francia, más Alemania).

El mejor clima interno se vio acompañado de un panorama favorable de sus relaciones en la región. Mejoró su vínculo con el gobierno de Irak, al que apoyó política, diplomáticamente y con asesoría militar para la lucha contra el grupo terrorista ISIS o Daesh. El gobierno de Bagdad pudo liberar al cabo de casi tres años de lucha la segunda ciudad, Mosul, antes bajo control del “califato colifato”.

Otro frente de donde llegaron buenas noticias fue del sirio. Allí también Irán presta ayuda múltiple al presidente Basher Al Assad, en acuerdo con Rusia y la milicia libanesa Hizbollah. La recuperación de la ciudad de Aleppo y el fortalecimiento de Al Assad fueron una carambola a dos bandas para Rohani y su Cuerpo de Guardianes de la Revolución, que ayudó a combatir también allí al ISIS, Al Nusra y otros grupos terroristas financiados originalmente por Washington, países europeos, monarcas árabes y Turquía.

Cien en Teherán

Irán mejoró su vínculo no solamente con países muy cercanos o aliados de su proceso histórico y político, o en sintonía con su pertenencia a la rama chiita del Islam. No. La asunción de Rohani el sábado 5 en la sede del Parlamento, tras la validación de dos días antes por el líder supremo ayatolá Alí Jamenei, fue presenciada por un centenar de representantes de gobiernos y entidades del quehacer internacional. Fue algo nunca visto desde la revolución islámica conducida por el ayatolá Ruhollah Jomeini en febrero de 1979.

El portal Tercer Camino hizo el listado prolijo sobre esa asistencia: “ocho presidentes de gobierno, 19 presidentes parlamentarios, nueve vicepresidentes y primeros ministros, siete vicepresidentes de Parlamentos, 11 ministros de Relaciones Exteriores, 35 enviados especiales y altas autoridades de 92 países de diferentes países”. Entre los presidentes, estuvieron los de Irak, Fuad Masum; Afganistán, Ashraf Ghani; Armenia, Serzh Sargsyan, y de Zimbabwe, Robert Mugabe. Hubo 8 entidades internacionales, entre ellas la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), con su secretaria general, Mukhisa Kituyi.  También el enviado del Papa, arzobispo Alberto Ortega Martin.

Bahram Qassemi, vocero de la cancillería iraní, le puso un toque irónico a la información. Dijo que esa gran asistencia demostraba más bien una “iranofilia” en lugar de la “iranofobia”; esta última es el odio que destilan las administraciones norteamericanas y quieren propagarla al mundo entero, sin éxito. El presidente Rohani había mantenido 27 reuniones, el ministro de Relaciones Exteriores Mohammad Yavad Zarif otras 27 y el presidente del Parlamento Ali Lariyani 30 encuentros con los delegados extranjeros.

A una de las visitantes que se atendió con especial cortesía fue a la representante de la Unión Europea, Federica Mogherini. Mucho más desde que la UE se desmarcó de las sanciones adoptadas el 27 de julio por el Capitolio y refrendadas el 2 de agosto por  Trump, contra Irán, Rusia y Corea del Norte.

Mogherini había declarado que los acuerdos del G-5+1 con Irán mantenían su vigencia y se debía avanzar en los planos económicos y comerciales. Las sanciones de Trump carecían de valor para la Unión Europea, advirtiendo a EE UU que de no ser consideradas sus preocupaciones, “se actuará de forma apropiada en cuestión de días”. Podría implementarse una ley para impedir que las medidas estadounidenses sean “reconocidas o implementadas” en Europa.

Hubo también enviados de Francia, Reino Unido y otros países, seguramente por la posibilidad de negocios de mutuo beneficio con Irán, no porque tengan afinidad política con la República Islámica. Sus compañías vienen firmando contratos en las ramas petrolera, automotriz, etc.

Desde Londres viajaron Richard Bacon, presidente del Grupo Parlamentario británico sobre Irán, y Alistair Burt, ministro británico para Oriente Medio y norte de África. “Las relaciones bilaterales de Gran Bretaña con Irán son muy importantes para ambos países", añadió Bacon a la agencia oficial Irna. Por España estuvo el presidente del Senado, Pío García Escudero.

Haber logrado despegar en estos puntos a la Unión Europea de la obediencia a Washington es un gran logro de Rohani y su canciller Zarif. Claro está, sin el concurso bestial del magnate, difícilmente hubieran logrado tantos éxitos en tan corto tiempo. Trump empujó los peces europeos a las aguas profundas...

Lo que viene

Rohani es consciente de todo lo que le falta avanzar como presidente número 12 de la República Islámica, aún con el balance positivo del último cuatrienio. En su discurso del jueves pasado admitió que “todavía estamos lejos de alcanzar una posición económica eficaz a nivel regional e internacional”. En su enumeración de las grandes metas, puntualizó la erradicación de la pobreza, la lucha contra la corrupción, el control de la inflación, el crecimiento económico y el acceso a los mercados mundiales y regionales.

Lo suyo no quedó en un economicismo ramplón porque insistió en la necesidad de un mundo y una región más pacífica, reiterando que su deseo mayor es la preservación de la paz y el cumplimiento de los compromisos internacionales de Irán. Eso sí, con simultánea defensa de la soberanía porque los persas no se doblegan ante las sanciones y las amenazas de guerra en su contra.

Esa postura tercermundista y soberana estuvo en línea con lo dicho por el  ayatolá Jamenei en la ceremonia de ratificación del 3 de agosto, cuando recalcó que hay que enfrentar a cualquier poder hegemónico, liderado por EE UU, evocando que la arrogancia mundial quiere que Irán se vea aislado, algo que nunca lograron.

Partiendo de esas posiciones de principios y firmeza, Rohani está flexibilizando al máximo las medidas económicas para lograr acuerdos con inversionistas extranjeros, crear puestos de trabajo y aportar capitales al desarrollo.

Por ejemplo, se firmó un acuerdo con la Renault para establecer una automotriz mixta, 60 por ciento capital galo y 40 por ciento iraní, para fabricar 150.000 vehículos anuales y producir nuevos modelos.

Otro caso, la petrolera estatal, National Iranian Oil Company (NIOC), firmó un convenio con el gigante francés Total y la china CNPC, para la explotación del gas y crudo en alta mar, en la fase 11 del yacimiento Pars del Sur, donde hay muchos requisitos tecnológicos que demandan aquella asociación. La NIOC y la PetroPars o Pars Oil and Gas Company (POGC) se gastaron la mitad de sus finanzas en ese proyecto y prevén invertir 5.000 millones de dólares, pero precisan otros 20.000 millones de dólares en inversiones en alta mar para evitar la caída de la presión.

Esos yacimientos están siendo explotados por la competencia, Qatar: hay una carrera contra reloj para que ese vecino no le vacíe las reservas. Ardua tarea para  el ministro iraní de Petróleo, Biyan Zangeneh y los directivos de NIOC, que han logrado socios franceses y chinos, superando las sanciones estadounidenses.
Esa es una señal de los nuevos tiempos, porque en los últimos diez años Pars del Sur estuvo paralizado. Ahora se pone en marcha, como otras cosas de Irán. Esa buena nueva merece conocerse en Argentina, perforando el bloqueo informativo de Clarín y medios afines al imperio y el sionismo.


ortizserg@gmail.com

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